Viajamos hasta América del Norte. Allí nos espera uno de los paisajes más increíbles y curiosos del planeta. Buscamos un destino que nos lleva hasta Canadá, un lugar situado a los pies de las Montañas Rocosas, esas magníficas formaciones perfiladas por numerosas glaciaciones que dibujan un escenario fascinante.
Nuestro protagonista es el lago Abraham, un lago artificial formado en la década de los setenta del siglo pasado a raíz de la construcción de una gran presa en la región canadiense de Alberta.
¿Por qué nos encanta el lago Abraham? Vamos al grano o, mejor, vamos a la burbuja, porque las burbujas son el elemento que convierte a este lago en un lugar singular y diferente. Se crean en el fondo de sus aguas a través de un fenómeno natural que resulta tan bello como peligroso: cuando las plantas o animales se descomponen en el interior del lago, las bacterias se alimentan de los restos de esta materia orgánica y producen pequeñas burbujas de metano que suben hasta la superficie. En épocas cálidas, el metano, un potente gas de efecto invernadero y altamente inflamable, se libera y se esparce por la atmósfera. Sin embargo, en invierno, cuando las temperaturas son gélidas y la superficie del lago se congela, las burbujas de este gas ascienden lentamente quedando congeladas y atrapadas bajo una capa de hielo.
Las burbujas congeladas del lago Abraham ofrecen una imagen casi pictórica que se ha convertido en toda una atracción turística. Contemplar la superficie del lago alfombrada de miles de burbujas congeladas, de diferentes formas y tamaños, en sus bellas aguas de color turquesa y con las Montañas Rocosas de fondo es un espectáculo que atrae a miles de personas.
Las autoridades de Alberta decidieron convocar un concurso entre los estudiantes de la región con el fin de poner nombre al lago artificial. El nombre ganador fue Abraham, en honor a Silas Abraham, un respetado guía y explorador que vivió en la zona en el siglo XIX.
Otro de los atractivos de visitar el lago Abraham es el trayecto que se ha de realizar hasta llegar a él. Lo más habitual es hacer buena parte del recorrido por la Icefields Parkway o Avenida de los Campos de Hielo, una de las carreteras más bonitas del mundo. Recorre más de 230 kilómetros en los que pueden verse lagos, cascadas, glaciares, enormes cañones… Es tan espectacular que ha sido incluida en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO.
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