Parque Paronella, un castillo español en Australia

Este pequeño rincón de España se encuentra en el norte de Australia, en el estado de Queensland, y es uno de los lugares más visitados por los turistas
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Quien no ha soñado alguna vez con construir su propio castillo. Pues la historia que os traemos hoy va precisamente de cumplir este sueño, ya que esto fue lo que logró el joven catalán José Paronella (1887, La Vall de Santa Creu, Girona), quien decidió emigrar desde su pequeño pueblo del pirineo catalán hasta Australia en 1913 para perseguir sus sueños y construir un castillo. 

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En Viajes y Lugares, hoy compartimos la historia de este "español soñador" que, en busca de fortuna, terminó construyendo lo que hoy se conoce como el Parque Paronella. 

Este pequeño rincón de España se encuentra en el norte de Australia, en el estado de Queensland, y es uno de los lugares más visitados por turistas de la zona, con más de 100.000 visitantes al año, que buscan una experiencia histórica y de superación como pocas. 

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La historia de José Paronella 

El aventurero José llegó a Australia después de trabajar como aprendiz de pastelería en su tierra natal. Una vez en el país, invirtió durante varios años en plantaciones de caña de azúcar, las cuales trabajaba y cuidaba él mismo. Sería en esta zona donde descubriría un lugar que le enamoró, el cual contaba con una cascada junto a un bosque tropical. Fue entonces y gracias al negocio de las cañas de azúcar que se pudo permitir invertir en la compra del terreno. 

Sin conocimientos de jardinería, arquitectura o ingeniería, pero con mucha pasión, preguntas y esfuerzo, construyó durante seis años el parque Paronella. Logró levantar un castillo, crear un jardín a diferentes niveles, habilitar una zona de picnic junto a la cascada y crear una zona de eventos donde se realizaban encuentros, conciertos de música en directo y, sobre todo, celebraciones de bodas que eran muy populares en la época, especialmente entre los inmigrantes católicos europeos. 

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El complejo contaba además con una de las primeras cafeterías del país, una sofisticada sala de encuentro en la que solo se permitía la entrada con vestidos de gala. 

El emprendedor José, se inspiró en arquitectos como Gaudí, en lugares como el Prado y en tecnología hidráulica para la obtención de energía tan popular en aquellos años en España. 

El lugar contaba con aspectos únicos y avanzados para la época, como la primera bola de espejos que reflejaba luces para la zona de baile de la que se tiene constancia en Australia, o un proyector donde se podían ver películas de Hollywood, además de baños con cañerías y estancias privadas. Todas estas edificaciones estaban diseñadas mirando hacia la cascada, centro de importancia de todo el complejo. 

El declive 

Pero todo este esplendor se vino abajo por varios desastres naturales de importancia que tuvieron lugar en la zona: inundaciones, ciclones y un fuego que arraso con el castillo, entre otras partes del complejo. 

Apenas unos años después, José falleció, dejando en su mujer e hijo el legado del parque. En especial a este último, quien tomó las riendas del proyecto con la intención de reflotarlo, pero pronto fallecería debido a una enfermedad cardiovascular a los 39 años. Con ello, y pese a tres posteriores intentos fallidos de recuperar el parque por parte de iniciativas privadas, éste se vio abocado al abandono. 

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Una pareja de jóvenes 

Corría el año 1993 cuando Mark y Judy Evans, originarios de Perth, recorrían durante dieciocho meses el continente australiano en caravana con sus tres hijos. La pareja buscaba dónde invertir y asentarse después de dejar atrás su vida profesional en el ámbito de la comunicación y la tecnología. Fue entonces cuando se enteraron del abandonado Parque Paronella. A los pocos días se acercaron y caminaron entre la maleza que lo cubría todo. 

Como ellos mismos explican, se miraron sin decir nada, pero sintieron amor a primera vista por el lugar. El destino haría que comenzara en ese momento el proyecto que hoy conocemos. La joven pareja, como les llamó el banquero que les proporciono el préstamo para la recuperación del parque, se ponía manos a la obra. 

Y así fue, literalmente: con sus propias manos y con la ayuda de sus tres hijos, se pusieron a limpiar y acondicionar el lugar, aun viviendo en la caravana. “Otros locos”, decían en la vecindad. Y, como ellos mismos reconocen, algo que los une con el "loco" de José. 

La reapertura del Parque Paronella y las sorpresas de la vida 

Después de un intenso trabajo, llegó el día de la apertura para que el público pudiera disfrutar de todo el trabajo realizado, pero solo cuatro semanas después, recibieron una inesperadavisita, la hija de José. A sus 70 años, Teresa le daría un sentido al contexto histórico del lugar, explicando al detalle todo lo que José hizo, y sobre todo el como lo hizo, dando así todo el conocimiento histórico a los nuevos propietarios del lugar. 

Teresa Zerlotti todavía recordaba que existían más partes del parque que aún no estaban abiertas. En ese momento les dijo algo que sorprendió mucho a la joven pareja que intentaba recuperar el legado del parque: "Todo estaba en la cabeza de mi padre, no existían planos, pero sigue las piedras y te llevará a nuevas zonas del jardín". De esta forma, se pudo llegar a descubrir una pequeña cascada que José construyó para su hija Teresa, además del bosque de bambú y otras partes del jardín que hasta la fecha no se conocían. 

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El legado del parque 

Como decía el señor Paronella: "Construí este parque no para mí, sino para mis nietos". Hoy en día, los regentes de este maravilloso lugar quieren igual que en su día su fundador, que este proyecto quede para siempre. Hablando con ellos, se puede observar cómo, después de treinta años, transmiten una admirable pasión por su proyecto. El mismo emplea a más de setenta personas locales, y si tienes la oportunidad de visitar el lugar, Mark y Judy te darán la bienvenida personalmente y te agradecerán tu visita de corazón. 

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El parque en la actualidad 

La entrada al parque cuesta 55 dólares australianos y te da acceso a las instalaciones, cascadas y bosques, así como a una guía diurna de la historia del lugar y a un espectáculo nocturno de música y luces. El ticket es válido por dos años, lo que te permite volver todas las veces que quieras para disfrutar del lugar. Además, el complejo también con un restaurante y una cafetería. Sin duda, pasar un fin de semana en este maravilloso lugar es sensacional, rodeado de naturaleza y energía de superación como en pocos lugares encontrarás. 

Consejo para los viajeros: con la compra de la entrada, podrás acampar o estacionar tu caravana de forma gratuita. 

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La historia de José Paronella es un ejemplo de superación y lucha por cumplir un sueño. Hoy, su legado sigue vivo en el corazón de Australia, un lugar que se convierte en un pedacito de España en medio de la naturaleza australiana. 

Australia, tierra de inmigrantes y de sueños. 

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