El aeropuerto de Djanet ocupa el aparente vacío a 30 kilómetros de esta población acurrucada al pie de la meseta de Tassilli Najjer, a algo más de mil metros sobre el nivel del mar. Argel queda a 2.300 kilómetros. Estamos cerca, aunque sea un concepto relativo, de la frontera con Libia y Níger en el sudeste del país. Es la capital de la provincia del mismo nombre.
Juba II, fue rey de Numidia y Mauretania (con e, para diferenciarla de la actual Mauritania). Para trazar su rastro, algo más de dos milenios atrás, tomamos la carretera que comunica el este con el oeste de Argelia, salimos de la capital y nos dirigimos hacia oriente. Los 70 kilómetros de trayecto nos ponen en contacto con viviendas sociales a las afueras de Argel, con el Mediterráneo azul y mágico, y las suaves montañas con el verdor del inicio de la primavera.
Al iniciar la maniobra de acercamiento al aeropuerto, penetra en nuestra mente la inmensa bahía de Argel. Brilla la superficie del agua por la acción generosa del sol. Los barcos parecen carecer de interés en moverse por la superficie de plata abrigada por los extremos protectores de ese arco de mar. Hércules estaría orgulloso de la ciudad que fundara, según la leyenda. Algo especial ofrecerá si un portentoso héroe la apadrinó.