El recién nombrado Papa León XIV sorprendió hace unos meses al mundo al expresar su interés en visitar la pequeña ciudad turca de İznik -la antigua Nicea-, donde hace 1.700 años se celebró el primer concilio ecuménico de la cristiandad presidido por el emperador romano Constantito el Grande. Un gesto simbólico de profundo significado que pone en el centro de la atención internacional a esta pequeña ciudad histórica, uno de los lugares más influyentes —y menos conocidos— de la historia religiosa europea.
İznik, situada a orillas del lago del mismo nombre en la provincia turca de Bursa, fue la sede en el año 325 del Primer Concilio Ecuménico, donde se estableció el Credo Niceno, todavía recitado en iglesias de todo el mundo. Durante siglos, la ciudad fue considerada uno de los centros más sagrados de la cristiandad, a la altura de Roma, Jerusalén o Constantinopla. Hoy, 1700 años después, la mención pública del Papa León XIV a una posible visita a İznik, en el marco del 1700º aniversario del concilio, ha devuelto el foco internacional a este lugar clave en la historia de la fe cristiana.
Basílica sumergida en el lago İznik
La ciudad, reconocida por su atmósfera serena y su riqueza patrimonial, guarda en su trazado urbano la huella de las grandes civilizaciones que la habitaron: desde los romanos y bizantinos hasta los selyúcidas y otomanos. Uno de sus puntos más emblemáticos es la basílica sumergida en el lago İznik, descubierta tras un terremoto y actualmente en proceso de musealización. Según diversos estudios arqueológicos, se trata de una iglesia del siglo IV dedicada a San Neófitos y se cree que fue allí donde se celebró el histórico concilio.
Iglesia de Santa Sofía
Otro lugar de relevancia es la antigua iglesia de Santa Sofía, transformada en mezquita tras la conquista otomana en 1331 y reformada posteriormente por el célebre arquitecto Mimar Sinan. Este edificio, que acogió el Séptimo Concilio Ecuménico en el año 787, aún conserva frescos visibles de la Virgen María, Cristo y San Juan Bautista.
Murallas de la ciudad
Más allá de su importancia cristiana, İznik destaca también por su legado cultural. Las murallas que rodean la ciudad, de más de cinco kilómetros, sus iglesias paleocristianas, su teatro romano y su museo arqueológico alojado en un antiguo comedor social otomano permiten comprender la continuidad histórica de este enclave. Reconocida como “Cittaslow”, İznik apuesta además por un modelo de turismo sostenible, centrado en un turismo slow, el respeto al entorno y la valorización de las tradiciones locales, como la elaboración artesanal de cerámica, famosa desde época otomana.
La ciudad se encuentra a solo dos horas y media de Estambul, lo que la convierte en una escapada accesible para quienes visitan la capital cultural de Turquía y buscan una inmersión en la historia religiosa y patrimonial del país. Tras recorrer İznik, es posible continuar esta ruta en Estambul, donde monumentos como Santa Sofía, Santa Irene, Chora (Kariye), Zeyrek o la Pequeña Santa Sofía permiten seguir trazando la evolución del cristianismo en Oriente.
La posible visita del pontífice, prevista para finales de este año, reforzará el papel de İznik como destino clave del turismo religioso y cultural, y subraya la voluntad del Vaticano de tender puentes con lugares históricos del cristianismo más allá del eje occidental. Para Turquía, esta conmemoración representa también una oportunidad para mostrar al mundo su legado en el diálogo interreligioso, su riqueza arqueológica y su potencial como lugar de encuentro entre culturas.
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