El paisaje protegido de la Costa de Acentejo (Tenerife), que me acompaña en esta breve exploración, es el lugar elegido por aves que solo tocan tierra para criar, como pardelas y petreles. La vegetación es asombrosa, feraz, jugosa. La profusión de flores que crecen a su aire es increíble. Varias cuevas dieron asilo a enterramientos aborígenes, como la cueva de los Caninos.