El placer de la Costa de Acentejo

Este bello destino está ubicado en la zona norte de la isla de Tenerife, específicamente en la región en la que se encuentran los municipios de Tacoronte y El Sauzal
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Los acantilados lanzan su penetrante mirada hacia el brumoso mar en busca de respuesta. O quizá de alguien tan amado que les impide partir y volver a ser dramáticos gigantes que se mueven por la isla.

1.Desde el mirador de los Quinientos Escalones

Desde el mirador de los Quinientos Escalones

Las rocas y la espuma dialogan permanentemente. Bajo los quinientos escalones que dan nombre a un mirador, en silencio, y procurando hacer poco ruido. Los alisios acarician ese impactante escenario con su frescura difuminada que no altera la distendida candidez de la naturaleza vigorosa, amenazante en la distancia corta y feliz en una perspectiva larga.

Me he colado entre la pared de una vivienda y el talud rocoso por una escalera tallada que baja con vocación de vértigo. No he encontrado señalización, aunque la intuición y unas breves explicaciones de Pili y Antonio, mi cuñada mi hermano, han sido suficientes. Luego, otros visitantes han marcado el secreto de este mirador. Con un navegador no hay pérdida.

7.La ladera del Sauzal

Ladera del Sauzal

Quien visita Tacoronte y El Sauzal tiene que estar dispuesto a asumir las sabrosas cuestas que trazan estos dos municipios que empiezan en la falda del Teide y sus estribaciones y se despeñan en briosos acantilados que son como murallas que contienen al océano con el que mantienen una buena amistad. Más les vale a ambos porque están condenados a entenderse en la espectacular costa para la dicha de los visitantes.

4.Mesa del Mar

Mesa del Mar

Los edificios de Mesa del Mar y la playa del Prisa parecen por la derecha, hacia Anaga. Hacia Occidente, la precipitación de los muros quita el aliento. Con el cielo cubierto parece una estampa en blanco y negro. Para mí, le otorga más fuerza a esas líneas puras y contundentes que se prolongan hasta lo que me parece el fin de la isla de Tenerife.

En la parte alta, las casas de colores vivos son testigos de la belleza. Les acompañan las palmeras, algún abeto que da sensación nórdica en el trópico, nuestro trópico más cercano. El Teide se descompone en barrancos, líneas que marcan el horizonte.

Me muevo por las agradables casas de buena factura de la parte baja de Tacoronte y busco otras estampas que vigoricen mi ánimo. Ya sabes, las cuestas, el esfuerzo, tienen su premio.

6.Iglesia de San Pedro en El Sauzal

Iglesia de San Pedro en El Sauzal

Una calle une ambos pueblos y marca su arteria principal. Casas populares bien pintadas, animación sobria, salvo cuando están en fiestas. Me gustan sus colores, aunque observo una blanca cuyo adorno es la piedra vista. Le acompaña una pequeña ermita. Doy un breve paseo por la plaza del Ayuntamiento con la iglesia de San Pedro, ya en El Sauzal.

7.Desde el Mirador de la Garañona

Desde el mirador de la Garañona

Me gustan los retos y pongo a prueba mis piernas bajando al mirador de la Garañona, que domina la playa del Arenal. Observo la antigua grúa utilizada para subir las preciadas arenas de la playa.

5.Costa de Acentejo  y el Teide al fondo

Costa de Acentejo y el Teide al fondo

El paisaje protegido de la Costa de Acentejo, que me acompaña en esta breve exploración, es el lugar elegido por aves que solo tocan tierra para criar, como pardelas y petreles. La vegetación es asombrosa, feraz, jugosa. La profusión de flores que crecen a su aire es increíble. Varias cuevas dieron asilo a enterramientos aborígenes, como la cueva de los Caninos.

Pongo a prueba mis piernas con una tremenda cuesta. Los dioses me premiarán con el tejido urbano de El Sauzal y una espléndida vista desde la Casa del Vino y de la Miel. Hasta el Teide abandona su refugio de nubes para hacer acto de presencia entre la bruma. Los campos, las casas y la pendiente se deslizan ante mis ojos y me quedo esperando a un cataclismo que gracias a dios no ocurre. El verdor acoge el caserío.

2.Casa del Vino y de la MIel

Casa del Vino y de la Miel

La antigua Hacienda de San Simón, del siglo XVII, acoge la Casa del Vino y de la Miel. Es un claro exponente de la riqueza que generó el vino en esta zona desde el siglo XVI al XVIII. En el patio puedes disfrutar una pequeña cata y adentrarte en la capilla con su soberbio techo morisco. Los vinos se exportaban con éxito a Inglaterra hasta que los conflictos bélicos truncaron ese comercio y los británicos se decantaron por los vinos de Madeira. Aparecen referencias a sus delicias en la literatura inglesa, incluyendo a Shakespeare. El vino amenizará nuestras comidas durante toda la estancia.

El parque de Los Lavaderos me acoge con sus espléndidas vistas depuradas por el alzamiento de la neblina. El sol toma el relevo y lo ilumina todo con buena voluntad, sentida, fascinante. Es la combinación de elementos sencillos, de los que puede disponer cualquiera, sin distinciones de clases, credos o ideologías. Por supuesto, encuesta, con palmeras, pequeños dragos, eficaz matorral y el cariño que ha permitido convertir el antiguo lugar donde lavaban la ropa las vecinas en un espacio de expansión del espíritu.

3.Atardecer sobre el Atlantico

Atardecer sobre el Atlántico

En Tacoronte y El Sauzal los atardeceres son impresionantes, dignos de toda la belleza que resalta con las luces cálidas que se resisten a terminar su labor y que prolongan ese tiempo. Con la familia y los amigos cobra un valor esencial. Como cada atardecer es único y deja un recuerdo nostálgico de pintura impresionista, nos citamos para ese momento en distintos lugares, con el Atlántico como protagonista, con los sentimientos a flor de piel, con el vigor del ánimo tocado por ese instante de felicidad que se prolonga más allá de la pérdida del sol.

8.Atardecer con el Teide al fondo

Atardecer con el Teide al fondo

La noche nos brinda calma, satisfacción, el deseo de volver para aumentar el placer de nuestra alma.

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