Quedlinburg y el encanto de su millar de casas con entramado de madera

En el norte de Alemania se encuentra un hermoso macizo montañoso al que persigue una historia ciertamente inquietante. Desde época medieval, esta cordillera salpicada de valles, lagos, ríos y colinas tiene fama de ser el punto de reunión de brujas y hechiceras. El conocido Sendero de las brujas del macizo del Harz cuenta con casi 100 kilómetros de recorrido que discurren por el parque nacional del mismo nombre y que en tiempos pasados era el lugar al que acudían las brujas con sus escobas voladoras.

Afortunadamente, se trata solo de leyendas y mitos de la Edad Media que la tradición oral ha ido pasando de abuelos a nietos. Lo que sí se puede afirmar es que esta zona del país germano posee una belleza natural impresionante. 

Hemos llegado hasta aquí para visitar una de las localidades más bonitas del país. Una pequeña ciudad situada a orillas del río Bode y a poco más de 200 kilómetros de Berlín. Cuenta con un núcleo histórico absolutamente mágico y se encuentra incluida en la Ruta del Románico.

Nuestro destino es Quedlinburg, municipio que presume de contar con la casa más antigua de Alemania, una construcción que se remonta al siglo XIV. No está sola, la acompañan 1.200 bellas casas de vigas entramadas, enmarcadas en madera y de vivos colores. Es la mayor concentración de edificaciones de estas características de Alemania. Tienen varios siglos de antigüedad y se ubican en el centro antiguo de la población, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Avanzamos por las bonitas calles adoquinadas hasta la enorme Plaza del Mercado. En ella se sitúa el Ayuntamiento de la ciudad, una corporación que atiende a los cerca de 25.000 habitantes con los que cuenta el municipio. El edificio consistorial, una sólida construcción de piedra y tejas oscuras, data del siglo XIV y cuenta con la peculiaridad de que, especialmente en primavera, su fachada principal suele estar cubierta de hiedra, planta que le otorga un bello tono verde.

En pleno corazón de la ciudad, sobre una colina, nos encontramos con otra de las joyas de Quedlinburg: su castillo. Fue la primera construcción de la ciudad. A partir de su creación comenzaron a edificarse las bonitas casas de estilo típico alemán que hoy son el orgullo de sus habitantes. Ascender hasta esta fortificación cuenta con un aliciente añadido: las espectaculares vistas que se alcanzan a ver desde la colina en la que se encuentra. Su interior es actualmente un museo.

Sin movernos de la colina del castillo, nos disponemos a realizar otra de las visitas de interés de esta localidad alemana. Nos referimos a la Colegiata de San Servando, importante edificio románico de imponentes torres construido en el siglo XI. En su interior se conserva un tesoro compuesto por valiosos objetos medievales: libros, manuscritos, artículos de liturgia…

Por su parte, la iglesia de San Blasii es probablemente el templo más antiguo de la ciudad. Su interior, en el que predomina la madera, destaca por la sencillez y la sobriedad. En la actualidad el edificio suele utilizarse como sala de conciertos.

Quedlinburg es una ciudad acogedora en la que nunca faltan las flores. Sus callejuelas de suelos de piedra están repletas de tiendas, locales de artesanía, restaurantes y cervecerías. Si llegamos hasta este punto de Alemania en un día soleado, podremos disfrutar de algunas de las numerosas terrazas que se encuentran en su centro histórico. 

Revista Viajes y Lugares