Ese lugar fascinante en el lago Maggiore llamado Santa Caterina del Sasso
En el norte de Italia, a unos 80 kilómetros de Milán, nos dejamos sorprender por un enclave increíble. Estamos en una bella ermita que goza de una ubicación que parece no conocer el vértigo. Un templo sobre un acantilado con vistas privilegiadas al lago Maggiore.
Visitamos Santa Caterina del Sasso, un conjunto religioso que nos descubre su origen con una leyenda que se remonta al siglo XII y que nos habla de un comerciante milanés que se vio envuelto en una potente tormenta mientras navegaba por el lago Maggiore. El rico mercader naufragó y se vio obligado a refugiarse en una pequeña cueva en la roca. Agradecido por haber salvado la vida, en ese mismo lugar hizo construir una capilla dedicada a Santa Caterina, por quien sentía una gran devoción. Tiempo después, junto al pequeño templo se construyeron dos iglesias, conjunto religioso que ha sido el hogar de diferentes comunidades de monjes a lo largo de los años.
Sasso significa piedra o roca. En este singular rincón de Italia las piedras tienen un especial protagonismo, para muchos casi milagroso. Nos referimos al hecho acontecido en el siglo XVII, cuando un grupo de gigantescas rocas se desplomaron desde el acantilado fracturando el techo de la pequeña capilla. Los daños fueron menores y no supusieron grandes pérdidas, por lo que el suceso fue calificado de prodigioso.
A la elevada ermita se puede acceder a pie, pero también funciona un moderno método alternativo para los menos andarines: un ascensor excavado en la roca que puede transportar a una docena de personas.
Ahora queremos asomarnos a una arcada de la ermita que nos ofrece unas espectaculares vistas del lago Maggiore (lago Mayor).
Este precioso lago cuenta con más de 200 kilómetros cuadrados de extensión que se reparten Suiza, en menor medida, e Italia. Aprovechamos la feliz circunstancia de encontrarnos rodeados por sus aguas para descender a uno de los embarcaderos que se encuentran al pie de Santa Caterina del Sasso y dirigirnos a Isola Bella, una de las tres islas que, junto a la isla Madre y la de los Pescadores, componen el archipiélago de las Borromeas.
Estamos en un antiguo pueblo pesquero reconvertido en un bonito jardín que abraza un palacio de verano, elementos construidos en el siglo XVII por la familia Borromeo. El lugar disfruta de árboles y todo tipo de flores dispuestas en diferentes niveles que adoptan una forma piramidal. Estatuas y fuentes adornan el espacio.
El interior del imponente palacio Borromeo está elegantemente decorado. De hecho, la isla se convirtió en un lugar de moda en el que realizar celebraciones y hasta él acudían nombres tan destacados como Napoleón Bonaparte o la princesa Carolina de Brunswick.
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