El placer de pasear por Civita di Bagnoregio

La encontramos descansando sobre una elevada colina, detalle que dota al lugar de gran encanto. Estamos en un punto de Italia que rara vez aparece destacado en alguna ruta turística, una joya que provoca emoción cuando se descubre. Visitamos la población de Civita di Bagnoregio, un enclave fascinante de la provincia de Viterbo, en la región del Lacio, que invita a una estancia tranquila y plácida envuelta en un ambiente ajeno al bullicio. Su nombre, Bagnoregio, significa ‘baño real’, pues, según cuenta una leyenda, en el pasado existieron aquí unas termas que fueron utilizadas por Desiderio, el último rey del pueblo lombardo.

Estamos a unos 100 kilómetros al norte de Roma, en el corazón del valle de los Calanchi. Nos rodean paisajes espectaculares y solo nos acompañan los sugerentes sonidos de la naturaleza. Llegamos caminando hasta nuestro destino a través del único acceso dispuesto al efecto: un largo puente peatonal que nos eleva a lo alto de la colina, lugar en el que se ubica la pequeña población.

A nuestra llegada nos reciben sus menos de 10 habitantes. De ahí, de su escasa población y del hecho de que su suelo arcilloso va menguando como consecuencia de los ataques de la erosión, se deriva el sobrenombre del lugar: la ciudad que muere. Pero, afortunadamente, esta localidad está muy viva y es una de las más bellas y auténticas de Italia.

Tanto el remoto pasado etrusco como el espíritu medieval de la población nos dan la bienvenida. Atravesamos la puerta de Santa María, un arco gótico que da acceso a la villa, e iniciamos el recorrido por las calles estrechas y empedradas de esta minúscula localidad que, a pesar de su pequeño tamaño, posee edificios históricos merecedores de una visita. Es el caso de la iglesia de San Donato, ubicada en la plaza central del mismo nombre, frente al ayuntamiento. Esta construcción, que luce una fachada renacentista, se remonta al siglo XII y guarda en su interior las reliquias de San Hildebrando, algún valioso fresco y un órgano de tubos. También nos vamos a encontrar con diferentes edificios que, con su evidente distinción, nos indican que pertenecieron a personas poderosas del lugar.

Una de las casas que más llaman la atención es la que perteneció a Juan de Fidanza, más conocido como San Buenaventura de Bagnoregio, autor de la biografía oficial de San Francisco de Asís y gran amigo de Santo Tomás de Aquino.

Civita di Bagnoregio sabe aprovechar muy bien su espacio, por lo que también encontraremos algunas pequeñas tiendas y restaurantes en los que degustar la típica comida del país de la bota. 

Antes de despedirnos de esta encantadora localidad, parece buena idea recorrer sus alrededores. Muy cerca, a un cuarto de hora por carretera, se encuentra el lago de la localidad de Bolsena, un lugar de origen volcánico que, a pesar de su belleza, es bastante desconocido. Este bonito espacio natural invita al baño en temporada cálida y en él son frecuentes los deportes náuticos. En su orilla también podemos disfrutar de lugares donde degustar deliciosa gastronomía local.

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