Maratea, la ciudad de las 44 iglesias

Nos acercamos a la preciosa región italiana de Basilicata, un territorio repleto de rincones que enamoran. Uno de esos lugares es nuestro destino: Maratea, un pequeño y pintoresco pueblo medieval situado junto al monte San Biagio, la colina que domina la ciudad, ubicación desde las que sus casitas van deslizándose hasta el mar y desde donde invita al visitante a contemplar las aguas del impresionante Tirreno. De hecho, la localidad es la única de esta región del sur de Italia que disfruta de vistas al Mediterráneo.

La población, de unos 5.000 habitantes, destaca  por contar con una considerable cantidad de iglesias, circunstancia que ha provocado que Maratea sea conocida como ‘la ciudad de las 44 iglesias’. 

Este municipio acogedor nos da la bienvenida literalmente con los brazos abiertos. La encargada de hacerlo es la imagen del Cristo Redentor que se deja ver en lo más alto del monte San Biagio, a unos 600 metros sobre el nivel del mar.

La monumental estatua, el gran símbolo de la localidad, está elaborada con mármol de la ciudad de Carrara y es la segunda de su género más grande del mundo después de la de Río de Janeiro. Fue la donación que un acaudalado empresario realizó en la década de los 60 a su pueblo natal con el fin de rendir homenaje a sus gentes. 

El pueblo de Maratea se divide en dos zonas: la más elevada, repleta de pequeñas callejuelas y pintorescas casas, y la zona del puerto, en la que se concentra una importante infraestructura turística y todo tipo de servicios.

Maratea es un lugar abrazado por las montañas y el mar. Este último dota al municipio de unas preciosas playas y calas, muchas de gran belleza y casi salvajes, ya que solo se puede acceder a ellas en barco. Los deportes acuáticos, como el submarinismo, son aquí habituales.

Sería imperdonable dejar Maratea sin degustar sus ricas salchichas lucanas, producto típico de Basilicata, un manjar que destaca entre los sabrosos platos de la zona y que suele elaborarse con semillas de hinojo, pimentón y, en ocasiones, un toque picante.