Nos acercamos a la península de Crimea, un punto del este de Europa bañado por el mar Negro. Estamos a unos 10 kilómetros del centro de Yalta y nuestros pasos se dirigen hacia una pequeña construcción centenaria que presume de una ubicación vertiginosa, ya que se encuentra a unos 40 metros de altura sobre el mar en la cima de un acantilado. Hablamos del conocido como Nido de Golodrina.
Hablar de castillos nos invita a pensar en poderosos edificios de grandes dimensiones y sólidos muros, sin embargo, nada de esto coincide con el minúsculo castillo que hemos venido a visitar. El Nido de Golondrina de Crimea solo mide 20 metros de largo y 10 de ancho. A pesar de su tamaño, la pequeña fortaleza decorativa contiene dos dormitorios, una torre, alguna chimenea, habitación de invitados, vestíbulo…
La estancia más generosa en tamaño es su espectacular terraza panorámica, desde la que se alcanzan a disfrutar unas maravillosas vistas en las que se funden los azules del mar y del cielo.
En la ubicación en la que ahora se encuentra el minúsculo castillo de estilo neogótico había originalmente una modesta cabaña de madera que, con el paso del tiempo y el cambio de dueños, fue transformándose en la singular fortaleza de piedra que vemos hoy en día y que se ha convertido en un innegable punto de atracción turística y en todo un símbolo de Crimea.
En sus inicios, el castillo en miniatura fue un restaurante. El local no duró mucho tiempo ya que, en 1927, un potente terremoto provocó el desprendimiento de un bloque de roca y generó algunas grietas, por lo que se decidió clausurar el local. Así permaneció durante algunos años, hasta que se reconstruyó y abrió de nuevo al público en la década de los 60.
En la actualidad, la mini-fortaleza se ha convertido en una sala de exposiciones que exhibe diferentes muestras artísticas. Cuando la temperatura lo permite, también se celebran algunos eventos y conciertos al aire libre.
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