La fascinante paleta de colores otoñales de Adirondack

La pasión por la naturaleza nos acerca hasta el noroeste del estado de Nueva York. En este punto de Estados Unidos vamos a realizar un trayecto de unas cinco horas, partiendo del bullicio y la actividad de la ciudad de los rascacielos, para encontramos con un pequeño paraíso que en otoño luce especialmente bonito: las montañas Adirondack.

Este increíble macizo montañoso es una reserva natural fascinante, un lugar de lagos sorprendentes, ríos y una bellísima alfombra de bosques silvestres que alegran la vista con sus árboles de hojas de mil colores: amarillos, naranjas y rojos se convierten en protagonistas ante algunos tonos de verde que aún se empeñan en resistir cuando llega esta época del año.

En todo el territorio encontramos pintorescas comunidades de ambiente rural, lugares que podemos visitar si nos embarcamos en agradables caminatas por los numerosos senderos que existen en este parque natural. Las posibilidades por aquí son muy atractivas y variadas: rutas en canoa, senderismo, ciclismo…

Estamos en un gran parque -25.000 kilómetros cuadrados- que nos ofrece cientos de sensaciones. Además de la contemplación de la bella postal que dibujan las hojas de tonos otoñales, el lugar nos sorprende con vibrantes ríos y refrescantes lagos de aguas cristalinas.

Adirondack fue declarado parque estatal en la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, no cuenta con lugares marcados como accesos oficiales ni con tarifas de entrada. Además, curiosamente, algo menos de la mitad de este territorio es propiedad del Estado de Nueva York, mientras que el resto es de propiedad privada. A pesar de esto, el carácter de reserva natural protegida del parque preserva la conservación de sus joyas naturales a la vez que permite que prosperen las granjas y poblaciones rurales respetuosas con su entorno.

Aunque el parque es bello todo el año, viajeros de todo el planeta visitan Adirondack especialmente en la estación otoñal en busca de las combinaciones de color del denso follaje de este territorio plagado de arces, abetos, hayas y abedules, un conjunto que por estas fechas dibuja la estampa perfecta del otoño.