San Gimignano y la fascinante verticalidad de sus construcciones medievales

La Toscana tiene algo especial que atrae como un imán. Más allá de la siempre fascinante Florencia, esta región de Italia palpita con un corazón rural y medieval que resulta encantador. Paisajes idílicos bañados por el sol, viñedos formando hileras impecables, pequeños y tranquilos pueblos. Un escenario para soñar que, además, también ofrece una interesante historia y un rico patrimonio monumental.

Visitamos esta región italiana porque queremos disfrutar de la luz optimista y envolvente de una población que conserva su esencia y nos regala un patrimonio arquitectónico impresionante. Estamos en San Gimignano, un escenario mágico que visto desde la distancia presenta un skyline que se nos antoja perfilado por rascacielos, sin embargo, al acercarnos, nos percatamos de que se trata de una histórica población repleta de altísimas torres medievales perfectamente conservadas. La pequeña localidad cuenta con cerca de una quincena de estas torres, aunque en el pasado llegó a contener más de 70.

El nombre de esta localidad amurallada procede de San Geminiano, quien fuera obispo de Módena y el responsable de salvar a la población del ataque de los hunos, el pueblo comandado por el caudillo Atila.

No cabe duda de que estamos en uno de los pueblos más bonitos de la Toscana. Situado a algo menos de una hora de distancia por carretera de Florencia, San Gimignano es un lugar único, capaz de sorprendernos tanto por la verticalidad de su arquitectura como de fascinarnos con su ambiente amable, cordial, lleno de sabores y aromas a buena gastronomía del país, delicias que se comparten en buena compañía en las pintorescas terrazas y locales de la población.

El siglo XII fue un período importante en la historia de San Gimignano, ya que en aquel momento era camino de paso hacia Roma, circunstancia que hizo florecer la riqueza en el lugar y que provocó que la zona se llenara de nobles que ponían todo su empeño en lograr que su torre fuese más alta que la del vecino.

Las pequeñas callejuelas libres de coches de la población son encantadoras. Aquí el paseo es una de las actividades más recomendables. Además, el lugar es lo suficientemente pequeño como para poder recorrerlo completo sin prisas. Por cierto, el centro histórico está declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

El corazón de esta población de la Toscana está repleto de sorpresas que nos invitan a elevar la mirada. La Torre Grossa del Palazzo Comunale, con sus 54 metros de verticalidad, es la más alta del lugar. Se encuentra en la plaza del Duomo, en la que también podemos contemplar la Colegiata de Santa María, una construcción del siglo XII que contiene interesantes frescos.  

La plaza de la Cisterna, de forma triangular, también nos espera en nuestro paseo. Está llena de vida y actividad y se encuentra rodeada de palacios románicos y góticos y de casas medievales. La plaza recibe su nombre de una cisterna medieval construida en su centro, un antiguo pozo que en la actualidad luce de maravilla entre torres y edificios históricos.

San Giminagno cuenta con diferentes museos, terrazas y locales en los que poder degustar un buen helado, entre otros manjares. El entorno también nos dejará sin aliento. El escenario natural que rodea a la población puede contemplarse de lo alto de sus torres. Nos encantará alimentar la mirada con el tradicional y bellísimo paisaje toscano.