​“No existe viaje exterior si no va acompañado de un viaje interior”

​Conversamos con Beatriz Ortega y Nil García, dos jóvenes ingenieros químicos de Barcelona a los que un día unió su espíritu viajero. Desde entonces combinan sus aventuras por el planeta con su otra pasión: el rap
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Beatriz Ortega y Nil García son dos jóvenes de Barcelona a los que un día unió su espíritu viajero. Ambos son ingenieros químicos, pero decidieron cambiar el rumbo de sus vidas y lanzarse a hacer realidad sus sueños. Desde entonces combinan sus viajes por el planeta con su otra pasión: la música. Nunca viajan solos, porque el rap siempre acompaña a esta simpática pareja. Además, sus aventuras siempre encierran un componente solidario. 

Bea y Nil son los creadores del blog ‘viajerosconingenio.org’ y tienen claro que “no existe viaje exterior si no va acompañado de un viaje interior”. 

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1. Ambos sois ingenieros químicos y os conocisteis estudiando la carrera. Contadnos vuestros inicios viajeros. ¿Cómo y cuándo decidís que juntos podríais poner en funcionamiento vuestro espíritu nómada? 

Bea: Eran tiempos de profunda exploración interna cuando la carrera llegaba a su fin. Leía mucho sobre el funcionamiento de las emociones y el consecuente proceso racional por el cual definían en parte lo que plasmamos en la realidad. Estaba muy enfocada en el porqué de la consciencia, algo que en ingeniería química simplemente no existía. En el segundo año de universidad hice un viaje a Sudamérica durante dos meses, al estilo nómada total, con mochila a la espalda e improvisando a cada momento, y esto cambió mi manera de plantearme la vida radicalmente. Entonces mi objetivo y mi compromiso conmigo misma era lo más importante. Conocer el infinito, lo imposible, lo diferente, e integrarlo en mi ser con el propósito de alcanzar el equilibrio que en la vida autómata de la ciudad me había sido imposible. 

En parte agradezco esa vida sin sentido porque me obligó a buscar en los grandes sabios, en las culturas antiguas, y en las personas que sí eran felices, la receta de aquello que yo anhelaba, el amor como forma de vida… Así fue como, hastiada de un largo recorrido por la tecnología sin sentimientos, le propuse a Nil apostar por un nuevo inicio, rompiendo con ese futuro para el que nos habíamos estado programando durante años, y salir a la aventura de experimentar. Poniendo en práctica así lo que intuíamos que era la vida, un sendero en el cual conocerte a ti mismo. Para ello debíamos traspasar todos esos miedos que nos inculcan desde la niñez, como el miedo al prójimo, la desconfianza en la humanidad, la mera casualidad de existir sin ningún propósito coherente, y todas esas incongruencias que nos hacen pasar por la vida arrepintiéndonos casi de existir. Era ahora o nunca. Era apostar por la libertad de surcar la creación, o quedarse en un lugar dónde no queríamos estar, a esperar a la muerte. Y la verdad que fue cuestión de proponerlo y los dos focalizarnos 100x100 en el viaje, no hubo titubeos, lo teníamos claro. Cuatro años de conocernos y vivir juntos en Alemania durante un verano, habían hecho de nosotros una misma alma. 

Nil: Desde pequeño siempre había tenido curiosidad viajera y soñaba con estudiar en el extranjero. No fue posible y cuando cumplí 18 años me fui a pasar el verano a una granja en Gales. Allí conocí gente de todo el mundo que viajaba de una manera que yo no sabía que existía, conocí gente que vivía viajando. Nunca imaginé que fuera de la ciudad las posibilidades fueran tantas y aprendí que lo que nos rodea en nosotros y que si trabajamos en nuestro interior sólo vamos a experimentar buenas emociones y los procesos dolorosos son sólo una de las maneras cómo aprendemos. Las pocas semanas que pasé en Gales me cambiaron la vida porque a partir de entonces entendí que viajar no es un lujo. 

Empecé a buscar la manera de viajar dentro de mis posibilidades y me fui de intercambio un año a Singapur desde donde descubrí el Sureste Asiático. Ir tan lejos y mezclarme con una cultura tan diferente amplió mis horizontes. La mochila se convirtió en mi casa durante muchos de los meses que pasé en países como Filipinas o Myanmar. 

Llegué a Barcelona para estudiar mi último año de carrera y las dudas sobre qué hacer después de acabar la universidad empezaron a aflorar. ¿Un máster? ¿Trabajar de ingeniero? ¿Viajar sin dinero? Decidí dejar de estudiar (de manera oficial) por el momento y ponerme a prueba en otro tipo de situaciones. En ese momento pensaba que necesitaba ahorrar para viajar y trabajé durante seis meses en los que ahorré seis mil euros que fue lo que gastamos durante el año y medio viajando (cada uno). 

Beatriz siempre ha sido fuente de inspiración para mí y nos entendemos muy bien. Era la persona ideal con la que viajar. Es la persona con la que más me río y con la que puedo hablar sobre mis pensamientos más profundos. Si existía la persona ideal con la que viajar, esa era Bea. 

Empezamos a sentirnos parte de un todo y si confiábamos en nosotros teníamos, necesariamente, que confiar en la humanidad. Es por eso que hicimos un viaje en autostop y pasando casi la totalidad de noches en casas de personas locales. 

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2. ¿Cómo es viajar siguiendo el ritmo de los versos de un rap? ¿Qué lugar ocupa la poesía y el rap en vuestros viajes? 

Bea: Justo cuando nos disponíamos a iniciar la ruta, el rap llegó a mi vida. Hacía mucho años que escribía, pero no fue hasta un mes antes de partir, que me decidí a generar mi primera canción. Sorprendida con el resultado de esa primera composición, no podía creer que ahora me fuera a surcar el mundo. ¿Significaba eso que no podría hacer música? ¿O podría integrarlo dentro del propio viaje? Así fue como le propuse a Nil de hacer una canción de inicio, explicando nuestra aventura y el motivo por el cuál habíamos decidido hacerla sin planes, sólo con una mochila y nuestra voluntad de llegar con la ayuda de los seres que nos encontrásemos en el camino. De esta chispa nació ‘Sin excusas’, nuestra primera y última canción de rap, pero la cuál me parece una verdadera obra de arte. Después tuve la oportunidad de hacer dos canciones más de rap durante el voluntariado con jóvenes refugiados en Grecia. Contra todo pronóstico, en unas condiciones durísimas, con un presupuesto muy escaso, y con una falta de tiempo importantísima conseguí grabar con cuatro alumnos dos canciones de rap en un estudio de sonido y audiovisuales que había en la remota isla de Quíos. Fue increíble conseguir lo imposible. Una de las canciones, que trataba sobre el éxito y estaba compuesta por la letra en árabe de un palestino, la letra en portugués de un chico de Camerún, y mi parte en castellano, la representamos en un concierto que se hizo por el día de los refugiados. Fue una tarea muy difícil conseguir organizar el evento pero al final puedo decir que fue mi primer concierto y que fue en un entorno mágico. Lejos de mi casa, de mi familia, de Nil incluso, en una comunidad muy lejana donde nadie hablaba mi idioma pero fue una noche mágica. 

Durante el viaje (Nil) empecé a escribir mis emociones y ciertas temáticas en las que creía que tenía criterio y algo que aportar. Poco a poco me fui animando a escribir un libro y en la soledad del pueblo sueco en el que empecé la aventura actual acabé “Un salto al mar de las posibilidades” que se publicará en unos meses. La expansión fruto del viaje me ha inspirado y me ha hecho encontrar el artista que todos tenemos dentro. 

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3. ¿Os animáis a explicarnos lo mismo, brevemente, como si escribierais la letra de un rap? 

Muchos kilómetros recorridos, 

Francia, Italia, Eslovenia, bosnia, Albania, Grecia

Y ahora Turquía,

Es hora de que os pongamos al día

El mundo no es tan grande como yo creía

La gente no es tan mala como la tele decía

Y todo eso del dinero pa’ viajar es una tontería

Cerré la puerta de mi casa

Me dije a ver qué pasa

Y casi me arrasa

El amor llegado en masa

Del desconocido que nos vio

En la calle y dijo pasar

Degustar el abrazo familiar

De nada os va a faltar

Aunque en mi país

La calle esté sin asfaltar

Aquí en la lejanía

Casi libre sin rutina

No tengo ni plan ni prisa

Degusto la risa

En compañía de la brisa

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4. Lo vuestro son los grandes viajes. El pasado año culminasteis un largo periplo en autostop desde vuestra ciudad, Barcelona, hasta la frontera de Irán con Pakistán. ¿Cómo fue la experiencia? La pandemia os cogió en plena aventura, ¿verdad?

La experiencia de viajar hasta un lugar tan culturalmente remoto como la frontera entre Irán y Pakistán, y todo lo que vivimos hasta llegar hasta ese punto fue un proceso de expansión imparable. Para mi lo que ha pasado desde Marzo de 2020 sólo es un intento de contener esa expansión del alma, del inconsciente colectivo que está alcanzando por muchos seres niveles de consciencia muy elevados y que inevitablemente nos conectan con lo que somos, la libertad. Podrán cerrar fronteras ficticias que ellos mismos han creado pero nunca podrán cerrar el canal energético de un corazón con otro. Y eso es exactamente lo que pasó durante todo el viaje. En Europa, cientos de personas nos acogieron en sus casas a través de la aplicación de CouchSurfing, apostando por la cooperación hospitalaria y de servicio entre humanos. Lo que no nos esperábamos fue la cálida acogida que se inició a partir de Turquía.  Estar allí y que todo el mundo ofreciera su camión o su coche para llevarnos largos recorridos o nos invitaran a sus casas por doquier para descansar, dormir, comer y conocer sus costumbres es algo que desde el miedo no se puede ni se podrá comprender nunca. Para todo el que lea esta revista les ofrezco esta pregunta para reflexionar:

¿Creéis que alguien nos negó su hogar por un ente en el aire? Nadie, absolutamente nadie. Yo creo que la respuesta está en el aprendizaje de años de historia donde vemos a la hermandad entre pueblos derrotada por los dogmas científicos o religiosos, y ya han aprendido que eso no debe volver a suceder.

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Hicimos peripecias para poder cruzar la frontera y estuvimos esperando meses con la esperanza que todo fuera algo pasajero. Teníamos planes en Pakistán y en India, donde nuestra familia nos iba a venir a visitar.

En Irán todo empezó antes que en Europa pero nunca fue tan intenso como en el viejo continente. Nunca tuvimos miedo pues sabemos que tenemos el poder de curar y de curarnos. Nuestra manera de vivir es muy sana, comemos bien, hacemos deporte y trabajamos por eliminar pensamientos negativos que nos causan estrés (este último punto es el más difícil).

Sin poder salir de Irán y con Bea ya de vuelta a España (yo, Nil) decidí viajar por el país persa con otros viajeros en la misma situación. Me enamoré y me rompieron el corazón, me robaron la mochila con dinero y pasaporte y el dinero se estaba acabando y los precios de los aviones no paraban de incrementar. Todo a mi alrededor me decía que era el momento de volver y un día tan bonito como el día de San Juan volví a Barcelona para disfrutar de la maravillosa tierra de la que procedo.

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5. ¿Alguna anécdota o experiencia destacable que recordéis de aquella aventura?

Innumerables, pero siempre guardo una en mi memoria para que no se me olvide lo que me demostró. Cuando salimos de viaje con la idea de dormir en la casa de la gente y movernos en autostop como apuesta por la generosidad y la bondad humana queríamos corroborar que situándonos del lado del amor la realidad así se manifiesta con amor y bondad. Nuestra visión de la vida es que todo tiene sentido y que siempre es para bien, aunque no se pueda ver.

Estando en Albania, en el lago de Ohrid, fuimos andando por su perímetro hasta alcanzar la frontera con Macedonia situada en el mismo lago. Al volver, se nos hacía de noche, y decidimos hacer autostop en aquella carretera secundaria. Nos montamos en un coche con un conductor muy serio que no sabía nada de inglés y un señor mayor de copiloto que no abrió la boca en todo el trayecto. Nada más subirnos el coche se desvió por otro sendero, y empezó a conducir en “S”, hasta el punto de que el copiloto le enderezó el volante repetidas veces. Casi se lleva a un ciclista por delante. Nerviosos le pedimos que nos dejara allí mismo. Sin embargo los dos hacían caso omiso a nuestra petición. Es más, en varias ocasiones que insistimos, nos hacía un gesto con la mano como señalando que esperemos a llegar. En un acto de confianza, pensé yo (Bea) que como aún no estábamos en el pueblo nos indicaba que esperáramos.

No obstante, y a esto me vengo a referir con la anécdota, mi intuición, ese poder sabio que todos poseemos me dijo que no confiara en él. Ya habíamos vivido situaciones extrañas en autostop, pero no debía guiarme por ellas. Así que miré el mapa en el móvil y vi que estábamos llegando al centro del pueblo y que ese señor no tenía la más mínima intención de parar. Así fue como al desembocar en un atasco fruto de un semáforo en rojo dije: “ahora o nunca”. Abrí la puerta del coche sin pensarlo dos veces, tanteé la velocidad del vehículo y salté. Una vez fuera, grité: ¡NIIIIIIIL SAAAAL! Nil abrió la puerta con fuerza y la estampó contra un coche aparcado al lado. A éste le saltó la alarma, así que el conductor, dado el espectáculo, no tuvo otra opción que detener el coche. Al acercarme al auto a cerrar la puerta, miré al señor para repetirle que ¡Hereitis, Okey!, aunque sabía que no me entendía. Su cara era de enfado absoluto. Nos fuimos para el hotel con las piernas temblando.

¿Qué acababa de pasar? Que la magia de la vida nos había salvado. Y la magia no es casualidad sin sentido. La magia es una profunda conexión entre lo que debes aprender y lo que sucede para ello. La magia es el verdadero sentido de la realidad. Nosotros confiamos en la vida, y ella nos mostró benevolencia, pero nos advirtió de los peligros.

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6. ¿Cómo os repartís las tareas en una aventura tan larga? ¿Os gusta planificar cada ruta o preferís dejaros llevar?

Las tareas siempre han sido compartidas. De hecho, tenemos un gran espíritu de cooperación que permitió que nos lanzásemos juntos a la aventura. Nuestros retos más complejos eran decidir dónde hacer autostop, con quién subirnos, con quién no, y dónde y cómo quedarnos a dormir. Con el couchsurfing aún podíamos saber con previa antelación de unos días dónde nos quedaríamos a dormir pero una vez llegamos al sur de Turquía, Irak e Irán, todo se volvió más impredecible. Cada vez que nos movíamos, literalmente, no sabíamos dónde iríamos a dormir, y como consecuencia siempre debíamos compartir la responsabilidad final de la elección. A veces no era fácil plantearse poner la tienda en según qué sitios, aceptar invitaciones en lugares remotos o con personas que pudiesen no encajar con nuestros objetivos del momento.

En cuanto a las tareas del blog, nos apañamos muy bien para organizarnos los posts y los trabajos técnicos entre los dos.

En relación a la ruta, se fue planificando siempre desde el presente. Lo único que sabíamos es que íbamos hacia el este, a la conquista de la tierra prometida. Es broma, pero en serio, nos íbamos moviendo con las inquietudes del momento. Sí es verdad que estando en un lugar buscábamos y nos informamos sobre qué lugares de interés histórico, cultural o de otra índole había alrededor, por el camino, o cerca, y decidíamos ir a visitarlos. Muchas veces los lugares más bonitos no los planeamos nosotros sino que surgieron de las personas que nos encontramos por el camino, o aparecieron sin más.

Un punto que cupiera recalcar fue Irak. Estábamos convencidos de que queríamos visitar todo lo que fuera posible de ese país. Aprovechando que entrar en la parte del Kurdistán era totalmente asequible. Justo cuando nos aproximábamos a la frontera, se reactivó el conflicto armado entre Turquía y Siria, poniéndonos en serio compromiso con nuestras familias que no querían que cruzásemos a Irak por compartir frontera con Turquía y Siria en la zona donde estaban combatiendo. Con voluntad y propósito nos dejamos guiar por nuestro corazón y todo salió viento en popa. No nos equivocábamos al querer ir a Irak.

Las tareas se repartían de forma natural. Nos cuesta culpar al otro de los momentos incómodos porque nos responsabilizamos de lo que nos sucede. No importa quien haya verbalizado la decisión final, la decisión y las situaciones las atraemos juntos porque viajando somos uno.

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7. En este momento estáis haciendo un viaje en velero. El punto de partida fue Suecia. ¿En qué lugar del planeta os encontráis ahora? ¿Cuál es vuestro destino final?

Durante esta semana hemos estado navegando desde el Portugal peninsular hasta Madeira. Aquí estaré haciendo un voluntariado en una granja ecológica para diversificar mis actividades.

Cuando llegué a Barcelona después de estar en Irán mi propósito era encontrar trabajo y mudarme al centro con amigos. El caprichoso destino tenía otros planes para mí y recibí un correo electrónico con la propuesta de reparar un barco y navegarlo por el mundo. No estaba convencido, viajar cansa y necesitaba un tiempo de reposo. La insistencia del dueño del barco y la magia que me transmitía el proyecto acabaron ganando la batalla y en enero de 2021 volé a Suecia. Seis meses de duro trabajo después y sin tener la más mínima experiencia previa me convertí en el capitán de este velero de 14 metros.

8. ¿Qué os llevó a tomar la decisión de cambiar la tierra por el mar? El mar implica tener una preparación específica. ¿Ya sabíais navegar o habéis aprendido para realizar este viaje?

Simplemente es la posibilidad que se me brindó. Yo no decidí conscientemente. Durante los meses que pasé reparando el barco aprendí el aspecto más técnico y seis meses después empecé a aprender a navegar.

Fue otra manera de confiar en la vida. Invertí cinco meses trabajando en algo que no sabía si me iba a gustar o no. Nunca había navegado antes. La clave está en disfrutar el presente y aunque navegar no hubiese sido lo mío disfruté de la tranquilidad de Suecia en invierno y aprendí a estar solo. Nunca antes había pasado tantas horas conmigo mismo. Empecé a crear y a explorar lo que se esconde entre los estímulos externos con lo que nos bombardeamos cada día.

El primer día que navegué vomité la comida diez minutos después de haber comido, una hora después de zarpar. Fui a dormir y cuando me levanté nos había cogido un gran temporal de viento y lluvia. El barco era inestable y mis compañeros tenían que descansar. Miré a uno de ellos y le dije: “si esto es navegar, no sé si quiero hacerlo”.

Después de cinco días llegamos a Estocolmo, nuestro primer destino y pasamos un verano en el paraíso. Al llegar a esta ciudad ya no había mareo y me sentí orgulloso del progreso. Durante aquel viaje había vivido el presente sin pensar en el futuro. Me sentí tan vivo que continué dándole a navegar la oportunidad que se merece.

9. ¿Se está portando bien el mar con vosotros? ¿Cómo es una jornada de viaje en vuestro velero?

Navegar es bonito y duro. Es ponerte al límite y en modo supervivencia. Intentar llevar una rutina es un gran esfuerzo. Limpiar, cocinar o ducharse son realmente proyectos. Todo cuesta el triple pero la satisfacción de un plato caliente u oler bien en medio del océano no tiene precio.

Siempre hay algo que reparar, la lista de proyectos que hacer no tiene fin. No hay navegación sin retos técnicos. Las bombas se atascan, todo se oxida, las velas se rompen… Es por eso que la iniciativa técnica es crucial. Todos podemos reparar, los tutoriales de YouTube han sido uno de mis grandes aliados.

Pasamos días sin conexión y en nuestro tiempo libre leemos, escribimos o planeamos nuestro próximo movimiento con el velero.

Hacemos turnos de dos horas o dos horas y media, día y noche y desde Suecia no tenemos piloto automático. Una persona tiene que estar en el volante constantemente y eso hace difíciles las maniobras.

Al final los desayunos con el amanecer y contemplando la inmensidad dan sentido a la dureza de algunos días y a la falta de horas de sueño.

10. ¿Cómo cubrís gastos durante el trayecto?

En nuestro viaje conjunto hasta Pakistán fuimos gastando los 12.000 euros que habíamos ahorrado entre los dos previamente. Durante los voluntariados, el gasto fue mínimo, y en Irak e Irán, dada la hospitalidad recibida y el cambio de moneda, también.

En el viaje actual (Nil) me responsabilizo del barco, soluciono los problemas técnicos. El dueño visita el barco cuando tiene vacaciones y también preparo todo para que pueda pasar una buena temporada en su velero. Yo, a cambio, viajo con el barco y decido la ruta siempre con su consenso. Él me da cuatrocientos euros al mes para mis gastos y cubre todos los gastos técnicos del barco. Es una vida humilde pero vivo de vacaciones.

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11. Vuestros viajes suelen tener un importante componente solidario. De hecho, realizasteis labores de voluntariado en Grecia, entre otras acciones. Contadnos más al respecto.

Estando en España, Nil, que tenía experiencia en hacer voluntariados estaba convencido de que realizar este tipo de tareas podía proporcionarnos un valor inmenso a la experiencia. Establecerte en un lugar te permite mimetizarte en la cultura, aprender el idioma, conocer sus usos y costumbres, su naturaleza, y su historia. A parte de generar un valor a la sociedad con la labor que ejerces.

Grecia hacía años que sufría un fuerte impacto por la inmigración, y aunque no nos gustan las grandes ONG porque sabemos que son entidades jerárquicas que pierden su objetivo humanitario entre la hipocresía, Nil hizo una búsqueda exhaustiva hasta dar con dos pequeñas organizaciones. En ese momento, decidimos que lo mejor era irnos a lugares y proyectos distintos, de manera que corriese el aire entre nosotros. Somos excelentes compañeros, pero la verdad es que estar 24h durante dos meses, decidiendo absolutamente todo en todo momento con otro ser, puede ser incontrolable y desencadenar en un agotamiento negativo. Así fue como Nil se desplazó al centro de Grecia, a una ciudad llamada Larisa, y yo acabé en la Isla de Quíos, haciendo frontera marítima con Turquía.

Cuando llegué a la isla de madrugada y vi la diminuta casa donde viviríamos trece personas, la incómoda cama donde me dejaron, comprobé que estaba prácticamente deshabitada, y que todos los voluntarios eran nativos ingleses, pensé que había cometido el peor error de mi vida. De nuevo presa de lo desconocido, me estaba equivocando profundamente. No puedo estar más agradecida con mis cinco meses viviendo en Quíos. Escribo esto y el corazón expande una onda de placer por todo mi cuerpo. Es el recuerdo del amor que sentí. Trabajé en un centro de jóvenes refugiados aportando un espacio seguro, de diversión y donde apoyar a las necesidades básicas de todo ser humano. Durante las sesiones, acudían al centro más de 30 chicos o chicas, normalmente de nacionalidades del Oriente Medio o de África. Allí haciamos reuniones sobre los proyectos del día, designábamos a los cocineros de la sesión, y procediamos a realizar dichos proyectos. Las actividades podían ir desde excursiones a la montaña, hasta aprender a nadar, hasta talleres de repostería, costura, teatro, danza, inglés, árabe, etc. Todo era bienvenido. De hecho fue a partir de la propuesta de dos proyectos musicales que hice, de donde surgieron las dos canciones de rap.

Conforme pasaron algunos meses, empecé a coger más responsabilidades e ingresé como profesora en un colegio que abrimos al lado del centro de refugiados juntos a una organización estatal griega.

Ver como los alumnos, en realidad chavales de mi edad muchos, y yo, generábamos una relación de confianza y amor en menos de una sesión, en menos de una palabra, en menos de un gesto, y que eso sólo incrementaba con los días, es algo que me enseñó que la humanidad somos todos una. Que el amor es ese tejido que no conecta a todos, y que nos permite comprendernos sin necesidad de hablar el mismo idioma, incluso sin hablar.

A veces era difícil estar allí, y ver su sufrimiento y no poder hacer nada más que lo que ya se hacía. En ocasiones lloraba por no entender cómo este mundo llega a la miseria que llega. A veces las condiciones desastrosas hacían de una persona honrada un ser vil, y tenía miedo, pero también esas memorias me generan amor. Amor procedente de querer servir al prójimo y a su bienestar. Porque si tú estás bien, yo estoy bien y viceversa.

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12. ¿En qué consiste vuestro proyecto “El dualismo de un viaje”?

El dualismo de un viaje es el concepto de que no existe viaje exterior si no va acompañado de un viaje interior. Hemos conocido muchos viajeros que después de vivir experiencias increíbles no pueden vivir sin su café por la mañana o se enfadan por cualquier comentario sin maldad. Nosotros mismos nos creamos problemas que no existen y precisamente para crecer como personas es el motivo por el que viajamos.

De la misma manera que podemos viajar exteriormente ignorando nuestro interior, también podemos viajar sin movernos de nuestro pueblo o ciudad. Podemos descubrir el nuevo café que abrió la semana pasada o apuntarnos a clases de teatro, para nosotros esto es un viaje más intenso que ir a República Dominicana a un todo incluido.

13. ¿Cómo podemos participar en esta iniciativa?

A partir de ahora empezaremos una colaboración con Viajes y Lugares y así los lectores podréis seguir las aventuras del velero en el que viajamos por el mundo. Lo contaremos desde una perspectiva viajera, humana y emocional.

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