Chulilla: alma serrana

Nos acercamos uno de esos pueblos encantadores que siempre acaban dejándonos con muy buen sabor de boca, y no lo decimos únicamente por sus buenos embutidos y sus suculentos platos típicos, dignos de un paladar real.

Chulilla se ubica plácida y tranquila en la comarca de Los Serranos, a unos 60 kilómetros de la ciudad de Valencia, en la Comunidad Valenciana y en pleno paraje natural del cañón del río Turia. Esta preciosa localidad, que aparece como una grata sorpresa en el camino, enamora con su entorno fascinante y su núcleo urbano blanco y pintoresco.

Calles que van y vienen, que suben y bajan llenas de vida, de saludos y de sonrisas, nos reciben en esta población de costumbres y tradiciones arraigadas. La Plaza Baronía, donde se encuentra la Casa de la Villa, es el lugar de encuentro habitual, un acogedor punto de la localidad en el que siempre hay tiempo para disfrutar en sus terrazas de un rico aperitivo en buena compañía.

El Castillo de Chulilla nos mira desde la parte alta del peñón en el que se encuentra esta localidad valenciana. El edificio, de arquitectura medieval, fue declarado Monumento Histórico Artístico en el año 1981. Junto a esta antigua y emblemática construcción podemos ver un pequeño monte al que los chulillanos y chulillanas han bautizado cariñosamente con el nombre de ‘El Frailecico’. En toda la zona que envuelve a esta localidad se han localizado vestigios de la Edad de Bronce que nos hablan de los primeros núcleos habitados de este lugar.

Otro de los puntos clave de la localidad es la Iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, de estilo barroco y construida sobre una antigua mezquita en el siglo XVI. El templo guarda en su interior tallas y lienzos de reconocido valor. Destaca por su belleza el fresco de Exaltación de la Eucaristía del siglo XVI y una pintura sobre tabla de la Virgen de la Rosa del siglo XV que es conocida popularmente como ‘El Cielico’.

Los habitantes de la localidad, algo más de 600, aman sus tradiciones y las celebran con la alegría festiva que merecen. La fiesta más antigua y arraigada en la población se celebra el mes de mayo y se conoce con el nombre de ‘La Enramá’. Todo el pueblo se implica y participa en este acontecimiento en el que se cantan los tradicionales ‘Mayos’ y en la que muchos jóvenes se acercan a caballo hasta la casa de la chica a la que quieren declarar su amor. Las fiestas patronales que se realizan en honor a Santa Bárbara en agosto y las del Cristo en septiembre son otras fechas marcadas con cariño en el calendario de los chulillanos.

La actividad al aire libre es otro de los atractivos que nos ofrece Chulilla. La situación de la localidad en el paraje natural del cañón del río Turia la convierte en un lugar ideal para el senderismo. La ruta de los Puentes colgantes o una visita al Charco azul, un precioso lago que en verano nos invita a darnos un chapuzón, son dos de las posibilidades que nos ofrece la zona.

Para recuperar fuerzas después del ejercicio, nada mejor que tastar alguno de los platos típicos que nos ofrece Chulilla. La Olla de berzas o su variante llamada Rin-Ran y un buen ajoarriero elaborado con el excelente aceite de oliva de la zona no solo satisfarán nuestro apetito, también son platos que quedarán siempre grabados en nuestra memoria.

Revista Viajes y Lugares

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Texto e imágenes: © Argentina Marquina