El fascinante Templo Dorado, centro espiritual del sijismo

Ellos destacan por sus sobresalientes y coloridos turbantes y largas barbas, mientras que ellas lucen velos que cubren sus largos cabellos. Son los sijs de la India, religión que mueve a millones de fieles en todo el mundo desde que fuera fundada por el gurú Nanak Dev, quien promulgaba la eliminación del injusto sistema de castas.

En esta ocasión vamos a encontrarnos con muchos de ellos, porque nos dirigimos a Amritsar, en el noroeste de la India y a pocos kilómetros de la frontera con Pakistán. Allí se encuentra nuestro destino: el Templo Dorado, el gran centro espiritual del sijismo.

Amritsar, en el estado de Punjab, es una ciudad hospitalaria y amable, un lugar acostumbrado a recibir con una sonrisa a miles de personas que llegan en peregrinación hasta su espacio sagrado. Esta urbe es también un importante núcleo de actividad comercial, derivada especialmente de su industria textil.

Fundada en el siglo XVI, el nombre de Amritsar significa ‘lago de néctar’, cuestión que hace referencia al gran lago que se encuentra rodeando al Templo Dorado. Este enorme complejo religioso cuenta con una imponente entrada de mármol blanco, mientras que la zona superior de la construcción está decorada con una cúpula de cobre cubierta con láminas de oro, detalle del que deriva el nombre con el que es popularmente conocido.

El ambiente en el templo es bullicioso y animado, pero no caótico. Por todas partes hay personas que van y vienen, que cantan, rezan, comen, se bañan… Esta última actividad es muy habitual entre los sijs que acuden al templo. Se sumergen en el agua sagrada del lago e incluso la recogen en todo tipo de envases. 

El Templo Dorado cuenta con una gran cocina que prepara cientos de platos para todos aquellos que quieran degustarlos. Los voluntarios los reparten de forma gratuita entre los visitantes siguiendo la idea fundamental del sijismo, religión que promulga hacer siempre el bien a los demás.

La visión de este santuario es tan impactante por el día como por la noche. Cuando la luz del sol desaparece, las paredes del templo se iluminan ofreciendo una imagen fascinante. Por cierto que, llegada la noche, el gran edificio religioso también nos ofrece la posibilidad de dormir bajo su techo.

Antes de marcharnos de este increíble punto de la India y despedirnos de sus acogedoras gentes, recordamos que acaban de cumplirse 35 años de uno de los episodios más violentos que se han vivido en este lugar. Sucedió en 1984, cuando el ejército indio recibió órdenes de desalojar a un numeroso grupo de independentistas sijs que se habían atrincherado en el templo. Lamentablemente, cientos de personas perdieron la vida en aquel suceso. 

Aquello es pasado, afortunadamente. El presente del Templo Dorado es amable. Este centro espiritual abre sus brazos al visitante haciendo gala de su gran hospitalidad. Su espectacular imagen resulta inolvidable y nos sentiremos tentados de volver.

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