Mallorca: la isla que jamás se descubre, sino que debe vivirse

La mayor de las Islas Baleares ostenta uno de los paisajes marítimos más paradisíacos de España
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Con más de 500km de costa, la mayor de las Islas Baleares ostenta uno de los paisajes marítimos más paradisíacos de España. Entre aguas cristalinas, montañas de roca viva y encantadores pueblos, Mallorca atrae un promedio de más de 1,9 millones de turistas por año. Del puerto de Sóller al de Alcudia, pasando por la belleza de Artà, Valldemossa y Deià, su geografía es un espejismo palpable a tan sólo 87km de nuestra Península. 

El eco de un paraíso único 

La escritora estadounidense Gertrude Stein, en una conversación con el compañero de gremio británico Robert Graves, quien quería cambiar de residencia, dijo sobre Mallorca que “es el paraíso, si puedes resistirlo”. El poder de atracción de la isla balear es casi un imán catártico, tras cuya experiencia sólo queda un permanente deseo de volver. Y, en nuestro caso, seguimos una ruta muy completa que nos infundió esa sensación. 

Lo más recomendable para recorrer la isla sin perdernos o pasar por alto ninguna de las zonas más espectaculares es contratar un tour privado. Siguiendo las opiniones de Tripadvisor, nos decantamos por la visita guiada de Mallorca Premium Tours, con un guía la mar de divertido que nos ofreció una perspectiva nunca vista de la isla. Porque si hay algo que tiene Mallorca, además de 208 playas, es un entorno único e inimitable. 

Empezar el día con la brisa del puerto de Alcudia 

Mallorca es una isla, por lo que, junto a su conjunto de hermosas calas y playas, siempre encontraremos algunos puertos que ilustran el encanto portuario mallorquín. Escogimos contemplar la salida del sol desde el puerto de Alcudia. Un espectáculo inolvidable cuando la primera luz de la mañana, rompiendo desde las montañas y bañando la larga extensión y el muelle de la Platja de Muro que comprende toda la bahía de la zona. 

Las vistas privilegiadas del puerto de Sóller 

Por su parte, en el extremo oeste de la isla, las vistas al atardecer desde el puerto de Sóller contienen una muy parecida magia. Imperdible seguir el recorrido a lo largo de la costa de Sóller, siguiendo el Camí del Far, hasta llegar al Far des Cap Gros. Haciendo las veces de mirador hacia el océano crepuscular, el puerto y, tras de sí, en una posición también privilegiada, la Torre Picada. Una torre de defensa del s. XVII a 160m de altura. 

Entre el océano y la sierra, el limbo de Deià 

Hundido tras la Serra de Tramuntana y con unas impresionantes calas vírgenes en su extensión hacia el mar, el pueblo de Deià es un viaje en el tiempo. Con su arquitectura en piedra mezclada con tintes de la herencia estética musulmana, además del paisaje y sus calles y monasterios, destaca el Museo Arqueológico de Deià. Una interesante visita si queremos darle un tinte más cultural a nuestra visita para conocer su patrimonio. 

Valldemossa: un refugio artístico natural 

A sólo un cuarto de hora de Deià, encontramos el estrecho e hipnótico pueblecito de Valldemossa. Con poco más de 2000 habitantes en la actualidad, su inspiradora belleza ha atraído a lo largo de la historia artistas de talla mundial como Chopin, George Sand, Rubén Darío o Borges. Y no es para menos. Con postales como la del mirador Miranda des des Ledoners, sitios de culto como la Cartuja o rutas como la del Camí de s’Arxiduc. 

La variedad natural y patrimonial de Artà 

Por otra parte, entre los pueblos más completos en cuanto a atractivo idiosincrásico y/o cultural y posibilidades turísticas, Artà es una perfecta representación de la esencia de la isla. Sea visitando la prehistoria mallorquina a través del yacimiento de talayotes en Ses Païses o los viveros de la Colònia de Sant Pere en la costa. Así como adentrándonos en el imponente y virginal Parque Natural de la Península de Llevant. 

Aunque imprescindible, Mallorca no es tan sólo Palma 

Evidentemente, toda visita a Mallorca debe incluir un paseo por Palma de Mallorca, la capital y principal municipio de la isla. Sea con motivos de ocio marítimo o nocturno, o bien por realizar su abundante y variada ruta histórica, la coloquialmente denominada “Ciutat” nunca defrauda. Pero si queremos apartarnos un poco del foco turístico más masificado y entender Mallorca, siempre es preferente abordarla desde el extrarradio. 

Por nuestra parte, la convicción es clara: Mallorca es siempre un paraíso nuevo, ya que la envergadura de su atractivo, aunque acotada en términos geográficos, no deja de ofrecer puntos de vista frescos, diferentes y únicos. Del agua del mar al oxígeno de la montaña, y de la historia detenida en el museo a su herencia que late aún en sus calles y paisajes, Mallorca es una isla que nunca debe sólo visitarse, sino vivirse.

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