Lituania se posiciona como uno de los destinos gastronómicos más prometedores de Europa, combinando la riqueza de sus tradiciones culinarias con la innovación de la alta cocina contemporánea. Desde el emblemático 'cepelinai' hasta la premiada sopa fría de remolacha, o 'šaltibarščiai', el país báltico conquista los paladares más exigentes con sabores ancestrales y una escena gastronómica vibrante, reflejada en la reciente Guía Michelin Lituania 2025 y el estreno del primer concurso nacional Bocuse d’Or.
Un aperitivo imprescindible es el 'kepta duona', pan de centeno frito con ajo y queso fundido
Fogones con historia y sabor
El mayor de los países bálticos conserva su herencia culinaria. El cepelinai, una masa de patata rallada, hervida y rellena de carne, servida con crema agria, es el icono indiscutible de la cocina lituana. Su importancia cultural es tan grande que ha inspirado expresiones populares, como la que lo equipara a los días nublados, diciendo que “el cielo está tan gris como un cepelinai”, en alusión al tono apagado que adquiere este plato tras la cocción.
Otros clásicos como el vėdarai, intestino de cerdo relleno de patata rallada, similar a la morcilla española, continúan honrando la tradición rural del país. La cerveza artesanal lituana, con raíces que se remontan al siglo XI, mantiene su singularidad gracias al uso de levaduras autóctonas y la inclusión de hierbas y miel, reflejando la herencia pagana y el dios Ragutis, protector de cerveceros y fabricantes de hidromiel.
Un aperitivo imprescindible es el kepta duona, pan de centeno frito con ajo y queso fundido, un verdadero emblema del comfort food nacional presente en los bares de todo el país.
Cada verano, Vilna se tiñe de rosa durante el Vilnius Pink Soup Fest, una fiesta dedicada a la emblemática sopa fría rosa šaltibarščiai. Elaborada con kéfir, remolacha, pepino, eneldo y huevo, este plato ha sido distinguido por la prestigiosa guía gastronómica TasteAtlas como la mejor sopa fría del mundo, superando a clásicos como la porra antequerana, el salmorejo y el gazpacho.
Una experiencia gourmet de primera
Vilna ofrece un recorrido culinario que combina tradición y sofisticación. Restaurantes como Stiklių Taverna presentan alta cocina tradicional en un entorno elegante, mientras Ertlio Namas revive los sabores que disfrutaba la nobleza lituana en un espacio cargado de historia. Para los amantes de la caza y las recetas medievales, Lokys es un clásico imperdible y Šnekutis ofrece una experiencia más auténtica y desenfadada.
En el ámbito de la alta cocina contemporánea, la capital lituana brilla con restaurantes galardonados con Estrella Michelin: Demo Restaurant, liderado por un chef formado en España y reconocido con la Estrella Verde por su compromiso con la sostenibilidad; Džiaugsmas, que fusiona tradición y modernidad en un edificio histórico; Nineteen18, con cocina abierta y contacto directo con los fogones; y Pas Mus, un espacio acogedor donde la alta cocina se siente como en casa.
Para quienes buscan sabores internacionales, El Gato Negro destaca con su auténtica cocina mexicana y su reconocimiento Bib Gourmand, ideal para compartir platos como tacos y churros. Muy cerca de Vilna, Apvalaus Stalo Klubas, con vistas al lago y al castillo medieval de Trakai, ofrece una escapada culinaria íntima.
En Kaunas, Monte Pacis, ubicado en un monasterio barroco, es otro referente Michelin que cautiva con su entorno natural y su cocina exquisita. Para algo más informal, Spurginė es famoso por sus tradicionales donuts lituanos.
Finalmente, en la costa, ALBA Bistro, galardonado con Bib Gourmand, invita a disfrutar de una experiencia italiana vibrante, con un chef local que domina los sabores mediterráneos en un ambiente colorido y relajado.
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