Ya es oficial: los Megalitos de Carnac y de las riberas del Morbihan han sido inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, durante la 47ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial celebrada en París.
Con esta inscripción, Francia suma ya 54 lugares con un valor universal excepcional, reafirmando su compromiso con la protección y difusión del patrimonio cultural y natural.
Una distinción mundial
Este reconocimiento consagra este paisaje cultural único en el mundo, modelado hace más de 7.000 años por sociedades neolíticas cuyo ingenio sigue fascinándonos e invitándonos a la reflexión. Al igual que la Gran Muralla China, las Pirámides de Egipto o la Gran Barrera de Coral, los Megalitos de Carnac y de las orillas del Morbihan se suman ahora al grupo selecto de bienes reconocidos por su valor universal excepcional. La región de Bretaña y el departamento de Morbihan vibran de orgullo por esta primera inscripción regional, que subraya su condición de herencia común enraizada profundamente en la historia de la humanidad.
© [Arnaud hellegouarch] / Paysages de Mégalithes
Este reconocimiento es el resultado de un compromiso local de más de diez años, iniciado y llevado adelante con determinación por los actores del territorio. Se enmarca en una firme voluntad de proteger, transmitir y dar a conocer este patrimonio profundamente arraigado en la identidad regional.
Un patrimonio milenario diseñado por el ser humano
Los 550 sitios, testigos de una creatividad sin precedentes, son únicos en el mundo por su íntima integración simbiótica con el entorno marítimo circundante: alineamientos y construcciones monumentales dialogan con las mareas, con las rías y con las islas del golfo de Morbihan. Esta estrecha relación con el mar, la riqueza de los grabados hallados y la monumentalidad de las estructuras confieren al conjunto una identidad paisajística y cultural sin igual.
La organización social de las comunidades neolíticas que concibieron y erigieron estos conjuntos de menhires, su saber hacer técnico y su particular comprensión simbólica del territorio han permitido que este tipo de construcciones alcancen actualmente la consideración de patrimonio excepcional de la humanidad.
Un destino de referencia mundial
Con este reconocimiento, los Megalitos de Carnac y de las orillas del Morbihan se consolidan como un destino cultural de referencia dentro del patrimonio megalítico, junto a otros sitios ya registrados como Stonehenge o las Orcadas. El territorio acoge esta distinción con responsabilidad, apostando por una gestión respetuosa y sensible.
© [Vivien Heitz] / Paysages de Mégalithes
La visita a estos sitios excepcionales se concibe desde una lógica de paseo pausado y contemplativo, gracias a itinerarios de senderismo y acondicionamientos especialmente diseñados para conservar la integridad de los monumentos y la serenidad del entorno.
Megalitos míticos…
Entre el V y el III milenio antes de nuestra era, el golfo de Morbihan y la bahía de Quiberon fueron testigos de innovaciones arquitectónicas que marcaron una etapa clave en la historia de la humanidad. Esta sociedad estructurada y visionaria transformó el paisaje del sur de la provincia del Morbihan con un conjunto monumental coherente cuya huella aún perdura.
El paisaje era entonces muy distinto: el mar se situaba cinco o seis metros más abajo, el golfo era un estuario de tres ríos y sus islas eran las cimas de las colinas.
Los cazadores-recolectores se establecieron y prosperaron gracias a la explotación de la sal. Los bloques de esta sustancia servían como moneda de cambio con territorios lejanos, lo que les permitió importar jadeíta de los Alpes italianos para fabricar sus hachas ceremoniales, o variscita andaluza para sus collares.
El Museo de Prehistoria de Carnac da testimonio de la riqueza de la región en la prehistoria, dando atención especial al Neolítico (4900–2200 a.C.) y a las prácticas ligadas a los monumentos megalíticos. Más de 3.000 piezas arqueológicas ilustran la evolución funeraria, el arte rupestre y la vida cotidiana.
Un conjunto único en el mundo
La mayoría de los menhires (del bretón: men = piedra, hir = largo) se organizan en líneas dispuestas de manera paralela, tomando en cuenta la topografía y atendiendo a factores simbólicos que todavía siguen siendo un misterio. Los alineamientos más completos e impresionantes se extienden en Carnac y concluyen en La Trinité- sur-Mer. En total, 3.000 piedras verticales se suceden en hileras de 10 a 13, a lo largo de 4 km, configurando cuatro conjuntos: Le Ménec, Kermario, Kerlescan y Petit Ménec. Algunos estaban delimitados por cercados de piedra llamados cromlechs.
© [André Polkowski] / Paysages de Mégalithes
Las visitas guiadas permiten acercarse a estas obras, y la Maison des Mégalithes brinda las claves para su interpretación.
Algunos menhires reflejan obras colosales, como el gigante de Locmariaquer, un bloque de 20 metros de altura y 300 toneladas, hoy fragmentado en cuatro partes.
Los hombres y mujeres del Neolítico no conocían la escritura, pero se comunicaban grabando en piedra su vida cotidiana y sus creencias.
Junto al menhir gigante de Locmariaquer, el dolmen de la Table des Marchands oculta sus símbolos en el interior de un montículo construido con la acumulación de piedras (cairn). Dentro se encuentra un rico repertorio de grabados de animales y báculos rituales.
Más conmovedor y espectacular aún, el cairn de Gavrinis se alza en una isla del golfo, a 20 minutos en barco desde Larmor-Baden. Construido en altura, contiene 23 estelas decoradas con complejos motivos entrelazados. Su nivel de detalle le ha valido el sobrenombre de la capilla sixtina del neolítico.
A pie, en bici y rodeado de ovejas: un patrimonio mundial para vivir de cerca
Tan variadas como los propios megalitos, las formas de descubrirlos son numerosas. Pero para disfrutar de los campos de menhires con total tranquilidad – en compañía únicamente de algunas ovejas encargadas de mantener el lugar en sus mejores condiciones – se recomienda visitarlos fuera de temporada, en primavera o en otoño.
El GR34, conocido también como sendero de los aduaneros, da la vuelta completa a Bretaña siguiendo el perfil de la costa. Pasa por todos los cabos, faros y menhires del litoral. Recorrer el GR34 en el golfo de Morbihan permite descubrir, además de playas de arena blanca, parques ostrícolas y salinas, los megalitos reconocidos como patrimonio mundial.
Para llegar a la isla de Gavrinis, basta con unos minutos de travesía en ferry desde Larmor-Baden o Port-Navalo, y en verano también desde Vannes, Locmariaquer o la vecina isla Île-aux-Moines. Los más deportistas pueden optar por una excursión guiada en kayak.
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